¿QUIÉNES SON?

Uno de los máximos exponentes de la nueva-intelectulidad quiere saber:

¿Quiénes son?
Fernando Savater 20/03/2007

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He leído con mucho interés el debate del pasado domingo sobre ¿Por qué los intelectuales de izquierda se hacen de derechas?, con las contribuciones de Ignacio Sotelo y Paco Fernández Buey. Es curioso que apenas se planteen jamás los casos contrarios, que, como bien dice Sotelo, son más raros y más atractivos. Bueno, en España no tan raros, porque de la derecha muy derecha vinieron no sólo Aranguren, sino también Manuel Sacristán o Carlos París (en el País Vasco tenemos ex requetés que se han hecho proetarras y alcaldes franquistas que luego lo fueron de Batasuna, pero llamarles intelectuales sería insultarles... a ellos y a los intelectuales). Se da por sentado que los izquierdistas se pasan a la derecha siempre por intereses mezquinos o degeneración neuronal, mientras que quienes siguen el camino inverso son movidos por altos ideales o puro convencimiento racional. En último término, todo se reduce al principio teleológico de Aristóteles según el cual cada cosa busca finalmente su lugar natural. Y ¿cuál va a ser el lugar natural de un intelectual sino la izquierda?
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Pero no es de esto de lo que quería hablar, sino de cómo honrar mejor a esos "intelectuales de izquierda que se han mantenido leales", según dice Fernández Buey. Son, en efecto, quienes luchan hoy por "la democracia participativa, la diversidad en la igualdad, la economía social económicamente fundada y los anhelos de los anónimos a los que un día llamamos pueblo". Concretando, supongo que se habrán distinguido contra el etnicismo nacionalista que en el País Vasco ha llevado al terrorismo, habrán figurado durante todos estos años sin desfallecer junto a las víctimas -fueran del partido que fuesen- defendiendo el Estado de derecho aunque les llamasen "españolistas" o cosas peores, no habrán faltado a ninguna manifestación en Euskadi contra ETA y jamás habrán coqueteado con la mal llamada "izquierda abertzale", pues ellos saben, como yo, que son tan de izquierdas y revolucionarios como Ramiro Ledesma Ramos. Bien, ruego a Paco Fernández Buey que me recuerde cinco o seis nombres de estos insobornables, tomados de su propio entorno para que le resulte más fácil. No se los pido por morbo malsano, sino porque quiero enviarles mi felicitación las próximas navidades.


Supongo que no será peón negro ni tampoco pertenecerá a la famosa caza de brujas de aquellos maravillosos años del cine estadounidense. Él, no es así. Él quiere saber para mandar felicitación, ¡qué alivio!
Él se olvida que no sólo cambia uno de ideología porque salga a la calle contra los desmanes, atropellos y asesinatos de ETA. Uno cambia también de ideología cuando se deja caer en conferencias acusando de los males de la educación a los MRP (movimientos de renovación pedagógica) porque no imponen disciplina sino que educan en el "laissez faire, laissez passer" y sólo cantan y bailan con los niños en clase. Ante semejante simplismo cabe preguntarse si este ardiente defensor del mestizaje ha entrado en clase de algún miembro de estos movimientos.
Piensa que por defender el laicismo de la sociedad está más legitimado que nadie a hablar de izquierdas y derechas.
Cree que por sufrir el acoso de ETA y la izquierda abertzale lo legitimiza a demonizar todo lo que suponga un acercamiento o un intentar convencer a estos facciosos.
En fin, que se cree en el altar laico donde todos los demás tenemos que llevar nuestras ofrendas, hasta pide nombres. Él, quiere saber.